Fuhhh!! Chocó el sonido de su aliento al exhalar el humo de su cigarro y vió en éste danzar sus recuerdos. Recuerdos que otroras le daban vida y forma al espacio intangible que se debate entre su utopía y la realidad.
Titiritaban en este halo de humo tambien sus miedos al retorno, amante de su presente; a sus besos de comisura de papel y a tu tinta negra.
Su miraba robusta se posaba en este humo gris que segundo a segundo cambiaba de forma a pesar de la ausencia de aire.
-¿Pesa el alma? -Se preguntó para sus adentros, para sus demonios.-
Sin hayar respuestas, se colocó pesadamente sobre sus piernas -piernas que en otros momentos y otros lares hacían la función de pilares pero que hoy no son más que torres de plastilinas, endebles y sin motivos-. Abrió la ventana con tal furia que el aire exterior le golpeó sus huesos y alimentó sus miedos.
Colocó una de las torres de plastilina sobre la cornisa, seguida de la otra, para quedar totalmente de pie frente al vacío lleno de calles, coches y vidas hechas de prisas. Sólo ahí se enteró que el exterior no se había detenido.
Aquel halito le golpeó con tanta dulzura que le hizo entender que el alma no pesa, pesan las culpas, las emociones, el miedo al fracaso. Peso que es voluntario, no impuesto y solo ahí entendió que debía luchar por sus sueños, por sus objetivos y metas sin importar la ausencia de aire ni la presencia de humo porque…. si hay personas que combaten a muerte por causas ajenas, ¿porqué no reventar su ser para conseguir sus objetivos?
Entonces…. saltó a vacío.
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